martes, 22 de diciembre de 2009

Paisaje

Este blog se llama, con razón, "Jardín y filosofía". Con razón, digo, porque en su momento pretendió ser una bitácora dedicada a las relaciones de ambos conceptos. El jardín es el concepto que tengo más cercano por profesión desde ya más de tres décadas. La filosofía, que me ha acompañado desde hace casi tanto tiempo, se ha convertido ahora en un nuevo instrumento de análisis para el jardín desde hace no tanto. Por otro lado, no me molesta rendir un homenaje, aun traducido, a uno de los libros fundadores de esta relación cada vez más fértil: Giardino e filosofia, de Massimo Venturi Ferriolo.

Pero en el camino se va uno encontrando otros conceptos que buscan acomodo entre los pensamientos. El más evidente, "paisaje". ¿Qué hacer con él? ¿Debo tratarlo aquí? No quiero dispersarme ni despistarme con respecto a mis preocupaciones principales, pero lo cierto es que el paisaje viene tan cerca, corre tan paralelo o confluyente con el jardín que no hay manera de quitárselo de encima, por decirlo de modo coloquial. No soy el único: gentes como Michel Conan, John Dixon Hunt, Anne Coquelin y el propio Ferriolo trabajan a la par con ambas cosas. Otros no tanto, pero en cambio aportan numerosas sugerencias acerca del paisaje, visto como una especie de lugar que contuviera al jardín: Javier Maderuelo, Simon Schama, Joachim Ritter.

No cabe duda de que tengo que pensar muchas cosas todavía: prometo hacerlo.

1 comentario:

Antoni dijo...

Apreciado amigo, quisiera profundizar en el concepto de paisaje, la verdad es que trabajo en ecología del paisaje y el termino es muy incomodo para una ciencia que finalmente, después de definir y clasificar ha de cuantificar. Sería más acertado utilizar el término ecología del territorio.

Alain Roger en su librito “Breu història del paisatge” tiene una primera parte que me parece muy acertada porque considera el paisaje como algo que no existe, que trasciende la realidad física del territorio para crear, en sensibilidades educadas, una emoción. Roger pone el ejemplo del cuerpo que estudia un médico en su fisiología, su morfología, etc. y el desnudo con su sensualidad, su sexualidad, etc. El mismo soporte físico y diferentes maneras de aproximarse.

Roger en la segunda parte de su libro culpa a los ambientalistas de este despropósito conceptual en lugar de atribuirlo a una pequeña porción a añadir lo que podríamos llamar “confusión global”.

Que? Abrimos el debate?

Un abrazo

Antono Martínez Taberner